Gracias a Javier Montalbán podemos, a través del siguiente artículo, hacer un repaso sobre los beneficios que nos aporta el pádel en las diferentes etapas del desarrollo. Al igual que existen alimentos “ricos” en diversos nutrientes, podemos decir que hay deportes “ricos” en determinados aspectos como desarrollo psicomotriz y multilateral, técnico-táctico, físico, etc.
La práctica de tenis o pádel nos va a proporcionar numerosos beneficios a nivel psicomotor, sobretodo en etapas iniciales, así como una mejora de equilibrio y coordinación a cualquier persona que lo practique, considerando una frecuencia mínima de 2-3 sesiones por semana para obtener mejoras.
El pádel así como el tenis son deportes de adversario de regulación externa en los que el jugador debe ajustar sus movimientos en función de la situación, con una importante implicación del mecanismo decisional debido a la incertidumbre que nos proporciona el oponente y en este caso la coordinación con nuestra pareja.
Consideramos las habilidades básicas como desplazamientos, saltos, giros, recepciones o equilibrios, que posteriormente evolucionarán hacia habilidades específicas y más tarde a especializadas. Podemos afirmar que el pádel facilitará su desarrollo, ya que en él encontramos la mayoría de dichas habilidades. Tal desarrollo será pronunciado en etapas o estadios de edad temprana, entre los 6-12 años, coincidiendo con las fases sensibles, definidas como los periodos en los cuales hay una predisposición muy favorable para el desarrollo de una habilidad o capacidad física.
Una vez pasada la etapa inicial, y encontrándonos en la etapa de pubertad y adolescencia, los beneficios van a ir asociados, entre otros muchos, a un aumento general de la condición física, en los niveles de resistencia y fuerza, acompañados por un desarrollo multilateral y coordinativo así como una fase de especialización técnica.
Posteriormente, en estados de madurez y edad adulta, la práctica de pádel se asociará a una mejora de la forma física general, incremento y fortalecimiento del tono muscular y articular, mejoras a nivel cardiovascular, aumento la capacidad aeróbica, etc.
Tanto el pádel como el tenis son deportes de elevado requerimiento técnico altamente especializados, por ello, su práctica va a favorecer el desarrollo motor y las posibles transferencias positivas entre ellos, pero no debemos olvidar los componente tácticos y físicos, que en este caso si van a diferir entre el hermano “mayor y menor”. Por poner un ejemplo, la mecánica del remate es prácticamente la misma, pero en tenis puede suponer un 90% de éxito en el punto, mientras que en pádel no tiene porque significar nada, ya que el éxito estará condicionado por la situación de los adversarios, potencia del remate, etc. De ahí, que muchos tenistas encuentren “frustración” a la hora de jugar a pádel, ya que los componentes tácticos difieren.
En cuanto a los requerimientos físicos, ambos son deportes intermitentes con cargas anaeróbicas construidos sobre una base aeróbica, en los que se trabajan el tren inferior y el superior de manera conjunta.
Estudios demuestran que el pádel presenta una frecuencia cardíaca (FC) media inferior al tenis, con picos que alcanzan el 70% de la FC máxima, frente a los picos de 85% que se llegan a dar en tenis. Ello es debido, entre otros, a las dimensiones de la pista así como la presencia de una pareja. Sin embargo, el pádel presenta un mayor número de golpes así como una mayor duración media por punto, lo cual revela la incidencia de la resistencia.
Podemos concluir que el pádel es un deporte muy “nutritivo”, ya que nos aporta numerosos beneficios a diferentes niveles. Si al componente técnico-táctico, le sumamos una complementación de preparación física, encontramos en el pádel una óptima elección para obtener beneficios saludables acompañado de un alto componente lúdico-competitivo.
Licenciado en CCAFYD
Profesor de Educación Física especialista en tenis y pádel
Profesor de Educación Física especialista en tenis y pádel
javimontalban88@gmail.com
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1 comentario:
Excelente artículo Javier
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